El tren Lisboa-Madrid queda en el baúl de los recuerdos

[SHAKIRA]

La conexión ferroviaria Lisboa-Madrid, articulada en un único tren nocturno que tardaba 10 horas y media, ya forma parte del baúl de los recuerdos. Justo cuando se cumple un año de la suspensión del servicio, el anuncio del cierre definitivo representa un jarro de agua fría para las comunicaciones entre los dos países ‘hermanos’ de la península ibérica.Es el expresso que saltó a la fama mundial en diciembre de 2019, cuando la joven activista medioambiental Greta Thunberg se montó en él para desplazarse desde la estación lisboeta de Santa Apolonia hasta Chamartín. Lo hizo no sin antes manifestar su sorpresa por tener que realizar un viaje tan largo para recorrer los 624 kilómetros de distancia entre las capitales de Portugal y España. Pero ya no podría volver a hacerlo, claro.O sea, no daba crédito ante la inexistencia de un transporte ferroviario más avanzado, pues no puede olvidarse que los últimos gobiernos lusos no han apostado por esta vía de comunicación.Esta circunstancia significa que, a día de hoy, el enlace Oporto-Vigo representa el único de carácter internacional en vigor desde suelo portugués. Esa es la sorprendente realidad, por mucho que el gabinete de Antonio Costa se afane en hacer ver que no tardará mucho en aprobarse la línea Lisboa-Oporto-Vigo de «alta velocidad», según la expresión que utilizan pese a que no existe ni un solo kilómetro de vía construido con estas características.Ya no hay vuelta atrás, de acuerdo con la explicación difundida por el Ministerio español de Transportes, pues Renfe no tiene intención de activar un trayecto que era claramente deficitario. ¿Cómo no va a serlo?, se preguntaban muchos ciudadanos lusos y españoles, toda vez que pasar toda la noche en semejante tren obsoleto constituía un verdadero calvario para cualquiera y encima a precios en absoluto asequibles.Pero hay más sorpresas porque el principal diario portugués, ‘Público’, acusa a España de abocar a Portugal al «aislamiento internacional» después de cortar definitivamente la conexión entre Lisboa y Madrid… cuando resulta que han sido los propios gobiernos portugueses los que han optado por no engancharse al circuito de alta velocidad que impera en toda Europa.Han estado más de una década dando vueltas encargando carísimos estudios de viabilidad que no han llegado a ninguna parte, de modo que es absolutamente inaudito señalar a Madrid como culpable.Una mirada retrospectiva al panorama de conexiones lusoespañolas permite rememorar que el transporte ferroviario entre Portugal y España quedó en el aire un año atrás, dentro del plan de contención para frenar la expansión del coronavirus. Esta medida afectaba fundamentalmente a las dos líneas más importantes que comunican los dos países: Lisboa-Madrid y Vigo-Oporto, aunque la segunda volvió a operar cuando fue posible.Este extremo se unió al bloqueo en la entrada de turistas españoles a través de los puestos limítrofes terrestres, que entró en vigor el 16 de marzo del año pasado y convirtió la pasada Semana Santa en una vana ilusión, como volverá a suceder en este 2021.Los controles comenzaron a ser cada vez más severos, con los funcionarios portugueses convenientemente protegidos, y solo se autorizaban desplazamientos justificados por motivos de trabajo o de fuerza mayor, del mismo modo que acontece en estos momentos.Se da la circunstancia de que cientos de españoles que viven en las ciudades próximas a la frontera en las zonas de Salamanca, Zamora o Extremadura se han quedado definitivamente sin la posibilidad de viajar a bordo del tren, por muy antiguo que fuera. Cualquier persona podía montarse, por ejemplo, en Santa Apolonia y bajarse de madrugada en Vilar Formoso o ya en el lado salmantino de la frontera, en Ciudad Rodrigo, para desplazarse a Miranda del Castañar.Esa opción no era precisamente veloz, pero al menos permitía un viaje directo y conveniente para muchas personas. Hoy todo ha quedado en el baúl de los recuerdos, lo cual convierte a España y Portugal en sendos países que comparten 1.214 kilómetros de frontera común, sin que ello se traduzca en una vinculación a través del tren, como sí ocurre entre Francia y España, o entre Italia y Suiza, o entre Austria y Alemania, o entre Holanda y Bélgica por citar solo los ejemplos más flagrantes.De modo que la polémica está servida y los sufridos ciudadanos portugueses o españoles no tienen más remedio que lanzarse a la carretera a bordo de sus vehículos privados (armados de la conveniente documentación justificativa) o volar a través de las conexiones entre Lisboa y Oporto con Madrid, Barcelona, Málaga o Sevilla.No hay más opción, incluso aunque los viajes en tren se consideren más seguros en el actual contexto de crisis sanitaria. En todo caso, no será hasta el 9 de abril cuando se restablezca la relación entre Portugal y España, si es que las circunstancias lo permiten y el número de infecciones disminuyen.

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